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24 de Mayo de 2017

Una marea de 

mujeres a la venta

Desde que llegué a vivir a mi barrio, identifiqué un problema bastante alarmante.

 

Paseando por varias calles, sea el día que sea, hay una invasión preocupante de flyers repartidos entre los parabrisas o ventanas de los coches aparcados y todo el pavimento del suelo. Lo peor de todo no es que ensucien descaradamente las calles sino que el contenido de estos flyers se compone en su gran mayoría de la venta de servicios sexuales por una gran variedad de mujeres que supuestamente ejercen sus servicio a domicilio o en locales indicados en las publicidades.  

 

Si se trataran de 4 panfletos contados de manera ocasional, no sería tan llamativo, pero el nivel está en que cada día aparece al menos una publicidad nueva ofreciendo mujeres o servicios diferentes hasta el punto que en una semana se pueden acumular centenares de publicidades que invaden las calles.

 

De todas formas, lo que creo que puede ser más preocupante, es como la gente del barrio parece haber normalizado el hecho de que se esté haciendo un negocio con el cuerpo de la mujer de una manera tan agresiva en sus calles y que moleste más el hecho de que las  ensucien que no las imágenes o lo que se ofrece en ellas.

 

Así que el objetivo va a ser buscar una solución creativa para estimular acciones de cambio en el vecindario y que sean ellos mismos los que actúen contra esta problemática.

 

Ya des de el primer momento en que detecté el problema quise hacer algo pero no supe como. Pero con la excusa del diario, el problema de “los flyers sexuales” fue el primero que me vino a la mente para poder tratar.

 

Es por eso que se ha ganado el honor de ser el primer reto del proyecto, y por lo tanto, la acción creactiva para romper el hielo entre la incertidumbre y todo lo que queda por delante.

 

¡A por todas!

Descripción gráfica:

Durante varias semanas estuve recopilando los flyers del recorrido entre mi piso y la parada de metro, intentando no repetir ninguno. 

 

Con ellos, se han creado unos collages (uno físico y otro digital) para plasmar la magnitud del problema.

​

A parte os enseño algunas fotos de cómo es la situación de los flyers en la calle.

Se vende hombre

Esta situación es muy difícil de solucionar, porque abarca distintos factores problemáticos, pero para el proyecto me he querido centrar en intentar llamar la atención de los propios vecinos para que sean ellos mismos los que no dejen la oportunidad de hacer algo para cambiar la situación.

 

En este sentido, como se muestra en el brainstorming, el planteamiento ha sido el de rediseñar algunos de estos flyers e incluir fotografías en las que en vez de mujeres aparecerán hombres de tal manera que la imagen en sí llame la atención y a la vez provoque una reacción entre sorpresa e incomodidad.

 

En pocas palabras, vamos a revertir los roles poniendo a la venta hombres en vez de mujeres con la intención de generar controversia sobre el tema.

 

Una vez generada esta reacción, se espera que el receptor encuentre en la parte trasera del panfleto un texto que incitará a la reflexión y le invitará a participar del cambio para llamar la atención de las instituciones (concretamente la unidad policial del distrito) y que sean éstas las que actúen ante este tema tan complejo.

 

Por otro lado se han diseñado unos carteles en formato A3 imitando el collage que se ha creado con los flyers originales y que en el centro tienen el texto que llama a la acción.

 

Todo el material se ha repartido por las calles del barrio (paredes, coches, marquesinas de bus, etc.).

 

La intención final es la de conseguir concienciar a los vecinos de la injusta realidad de las mujeres que se someten a vender esta imagen de pura carnaza, y el ya mencionado objetivo de que tomen cartas en el asunto para solucionar el problema con sus propias denuncias.

El material creactivo:

Resultados:

En una palabra: Inconclusos.

 

No porque la acción no haya concluido, sino porque no hay una posibilidad a corto plazo de saber si ha surtido algún tipo de efecto.

 

Por el hecho de que los flyers son repartidos por hombres que tienen toda la pinta de formar parte de una mafia, no he querido llamar la atención directa sobre mi, y por ese motivo no he podido observar ni contrastar la reacción de las personas al encontrase con los diseños.

 

Aparte de esto, el hecho de que parece que la policía del distrito, supuestamente encargada de denunciar a los incumplidores de la ordenanza de publicidad exterior, hace caso omiso de las reclamaciones, me hace temer que todo puede quedar en papel mojado. 

 

Lo digo con conciencia de causa, pues yo misma he intentado poner la denuncia a través de varios canales (correo, teléfono, twitter, facebook, etc.) y no he recibido respuesta.

En este sentido, incluso antes de empezar con la acción, busqué las vías por las cuales se podía reclamar la situación y intenté el contacto con varias entidades:

 

La Dirección General de Igualdad entre Mujeres y Hombres; el Área de Gobierno de Participación Ciudadana, Transparencia y Gobierno Abierto; el Área de Gobierno de Políticas de Igualdad y Diversidad; la Línea Madrid (010); a la Junta Municipal de Carabanchel y finalmente la Policía Municipal de Madrid.

 

Los únicos que contestaron fueron los de Línea Madrid (por twitter) redirigiéndome a la OAC. Policía Municipal. Unidad Integral de Distrito Carabanchel, entidad supuestamente encargada de regular esta situación.

 

¿Problema? No cogen el teléfono, ni responden los correos.

 

Así que esta acción queda a merced del azar y el optimismo de que al menos se haya podido hacer reflexionar al vecindario sobre el tema.

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Aunque el contacto con las entidades fue algo fallido, la llamada de atención tuvo respuesta por parte de otras personas que reafirmaban la problemática y la necesidad de hacer algo para solucionarla. Aquí se incluyen capturas del feedback obtenido:

Por otro lado, pude comprobar que pocas horas después de colocar el material, varios carteles habían sido arrancados, y la mayoría de flyers habían desaparecido misteriosamente de las calles y coches mientras que los “originales” de mujeres seguían intactos en los parabrisas dónde yo había colocado los míos.

 

Sospechoso ¿no?

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